En los últimos 10 años la llamada Psicología Positiva ha tomado una fuerza inusitada en el ámbito de la psicología en general, pero sobre todo en el campo de la psicología clínica (psicología aplicada) en especial en la psicoterapia, en la que interviene directamente en
múltiples situaciones en las que se ve inmerso el individuo y para las que requiere de soluciones demandando de esta forma una psicología que dé respuesta a nuevos desafíos clínicos y por consiguiente a necesarios y deseables debates epistemológicos. Y esto es lo que ha sucedido con la Psicología Positiva ya que por las
condiciones en las que surge se enfoca como pragmática, por lo que aún le espera a los investigadores un arduo trabajo en el que tendrán que diseñar todo el soporte teórico-metodológico, que permita integrar teoría, técnicas de evaluación psicológica e intervenciones.